La
tristeza y el gozo
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Juan 16, 16-20.
Pascua. Todos los cristianos deberíamos vivir en esa alegría: Cristo ha
resucitado, y está presente entre nosotros.
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Primera Lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (18,
1-8)
En aquellos días, Pablo salió de Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a
un judío, llamado Aquila, natural del Ponto, que acababa de llegar de Italia
con su mujer, Priscila, en acatamiento a las órdenes de Claudio, que expulsó de
Roma a todos los judíos. Pablo se acercó a ellos, y como eran del mismo oficio,
se quedó a vivir y a trabajar con ellos. Su oficio era fabricar tiendas de
campaña. Cada sábado Pablo discutía en la sinagoga y trataba de convencer a
judíos y griegos.
Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se dedicó por completo
a la predicación y afirmó delante de los judíos que Jesús era el Mesías. Como
éstos lo contradecían y lo insultaban, se rasgó las vestiduras y dijo:
“Que la sangre de ustedes caiga sobre su propia cabeza: yo soy inocente. De
ahora en adelante, iré a hablar a los paganos”. Salió de allí y entró en la
casa de Tito Justo, que adoraba a Dios, y cuya casa estaba al lado de la
sinagoga.
Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor, junto con toda su
familia. Asimismo, al oír a Pablo, muchos de los corintios creyeron y
recibieron el bautismo.
Palabra de Dios.
Salmo
Responsorial Salmo 97
El Señor nos ha demostrado
su amor y su lealtad. Aleluya.
Cantemos al
Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le
han dado la victoria.
El Señor ha
dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez
más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel.
La tierra
entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y
naciones aclamen con júbilo al Señor.
Aclamación
antes del Evangelio
Aleluya,
aleluya.
No los
dejaré desamparados, dice el Señor; me voy, pero volveré a ustedes y entonces
se alegrará su corazón.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (16, 16-20)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“Dentro de poco tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a
ver”. Algunos de sus discípulos se preguntaban unos a otros:
“¿Qué querrá decir con eso de que: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán, y
dentro de otro poco me volverán a ver’, y con eso de que: ‘Me voy al Padre’?” Y
se decían: “¿Qué significa ese ‘un poco’? No entendemos lo que quiere decir”.
Jesús comprendió que querían preguntarle algo y les dijo:
“Están confundidos porque les he dicho: ‘Dentro de poco tiempo ya no me
verán y dentro de otro poco me volverán a ver’.Les aseguro que ustedes llorarán
y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes,
pero su tristeza
se transformará en alegría”.
Palabra del Señor.
Meditación del Papa
Jesús cuando, dirigiéndose a sus discípulos, afirma: "volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría". Son palabras que indican una propuesta rebosante de felicidad sin fin, del gozo de ser colmados por el amor divino para siempre. Plantearse el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da sentido pleno a la existencia, porque orienta el proyecto de vida hacia horizontes no limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, que tanto ha amado Dios, a dedicarse a su desarrollo, pero siempre con la libertad y el gozo que nacen de la fe y de la esperanza. Son horizontes que ayudan a no absolutizar la realidad terrena, sintiendo que Dios nos prepara un horizonte más grande, y a repetir con san Agustín: "Deseamos juntos la patria celeste, suspiramos por la patria celeste, sintámonos peregrinos aquí abajo." Queridos jóvenes, os invito a no olvidar esta perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad. Dios nos ha creado para estar con Él, para siempre. Esto os ayudará a dar un sentido pleno a vuestras opciones y a dar calidad a vuestra existencia. Benedicto XVI, Mensaje para la XXV Jornada Mundial de la Juventud, 2010 Reflexión Cuando muere un familiar o un amigo, sentimos una enorme tristeza, un vacío insufrible. Dejamos de verlo. Se crea en la familia, en el lugar de trabajo, en el club de amigos, un hueco que no sabemos cómo ocupar. El o ella ya no están con nosotros. Y aunque le necesitemos, ya no lo vemos... Algo parecido pasó con Cristo. Murió. Los discípulos se quedaron "fuera de combate". El mundo, la sociedad, la prensa, los orgullosos y egoístas, celebraron fiesta. Pero Cristo resucitó. Lo vieron pocos, muy pocos, y se llenaron de alegría. Todos los cristianos deberíamos vivir en esa alegría: Cristo ha resucitado, y está presente entre nosotros. Cuando nos detenemos en el frenesí de cada día y entramos en una iglesia, allí lo podemos encontrar. El "mundo" no se da cuenta de esto, pues todos tienen mucho que hacer, y les falta tiempo para abrir los ojos de la fe y encontrarse con Cristo. Pero Él está allí. Te espera, y me espera... PD: Hoy Titino y nuestros Hermanos del Colegio San José no cuentan con servicio de internet, por lo cual espero que sirva esta reflexión para unirnos en oración en este ... nuestro día de comunidad!!! |