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Hola familia, hermanos, feliz día de comunidad.
La Palabra de Jesús hoy, es reveladora, directa, obliga a la reflexión profunda. Como siempre, se debe interpretar a la luz de la fe, con un corazón dispuesto a creer más allá de las evidencias. Se trata de creerle a Jesús, a él, por sobre todas las cosas.
Un amigo, muy devoto de María, me dijo una vez que en Medjugorje, la Virgen había dicho que el Reino de los Cielos es "dinámico". Es decir, que en la otra vida se sigue creciendo, se continúa el camino iniciado aquí en la tierra (el camino de la conversión). No me pregunten de qué forma porque no lo se. Solamente me quedó la idea de dinamismo, es decir todo lo contrario a estático.
Creo yo, que todos hemos sido llamados a pertenecer al Reino de Jesús. También aquellos con los que no tenemos empatía, o aquellos incluso, que deliberadamente no aceptan a Jesús, ni su mensaje de salvación.
El llamado está hecho, ya fue proclamado. Las redes ya han sido lanzadas al mar.
A los que hemos aceptado a Jesús en nuestro corazón, nos toca el deber de seguir creciendo dentro de este Reino, con las responsabilidades que nos competen. En lo personal, favorecer en nuestra vida aquello que nos lleva a una unión más profunda con el Señor (sacramentos, oración personal, buenas lecturas, amistades, etc, etc.). Y desechar aquello que no nos edifica y que por ende, nos aparta de la gracia de Dios (cada uno sabe). Lo fundamental… aceptar las cruces de cada día. Y, por otra parte, en lo comunitario, velar como: "un padre de familia que, de sus reservas, va sacando cosas nuevas y cosas antiguas" (Mt. 13,52), por todos aquellos a los que el Señor nos confió para formar una sola familia en el Reino celestial.
Los dejo con la Palabra de Jesús.
Salmo 84(83),3.4.5-6a.8a.11.
Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente.
Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones, junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios.
¡Felices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su fuerza en ti, al emprender la peregrinación!
ellos avanzan con vigor siempre creciente hasta contemplar a Dios en Sión.
Vale más un día en tus atrios que mil en otra parte; yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios antes que vivir entre malvados.
Evangelio según San Mateo 13,47-53.
"El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes".
¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron. Entonces agregó: "Todo maestro de la Ley que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos se parece a un padre de familia que, de sus reservas, va sacando cosas nuevas y cosas antiguas".
Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.
Los saludo con el afecto de siempre, recordando los buenos momentos compartidos. Que Dios nos bendiga a todos. Hasta la próxima.
Titino
