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Fiesta de San Juan, Apóstol y evangelista
Hola familia, feliz día de comunidad.
Todavía resuenan en mí los ecos de la Navidad.
En vísperas de la Noche Buena tuve la oportunidad de visitar dos familias cercanas a mi domicilio.
En la primera, saludé a un viejo amigo, maestro de grado, quien fue coordinador del primer grupo de jóvenes del que yo participé. En aquel entonces yo tenía dieciséis años recién cumplidos. Él leía Palabra con ardor y amor. Hoy el hombre está postrado en una silla de ruedas, luego de haber estado en coma y en terapia intensiva un par de meses este año; la enfermedad lo sorprendió enseñando la Palabra como catequista. La aceptación de la enfermedad, su serenidad, su sonrisa me edifican.
La segunda, es una familia religiosa de franciscanas. Me acerqué a saludarlas porque ellas casi siempre van a la Casa Madre a celebrar el Nacimiento de Nuestro Señor en compañía de toda la Congregación. Pero este año no fue así, tomaron una decisión diferente. Las dos religiosas de la casa decidieron quedarse para albergar por unos días a una anciana; una octogenaria que enviudó este año después de más de cincuenta años de casada, a quien le era muy difícil poder celebrar al Niño en soledad. Admiré en silencio la entrega generosa de las religiosas; su actitud de acompañar al que sufre, dedicarle tiempo, escuchar, consolar… Cuántos y cuántas religiosas habrá alrededor del mundo, que realizan obras similares y aún mayores, en el más completo anonimato? Sólo Dios sabe. Por algo, María desde Medjugorje, nos pide oración por los consagrados…
En los dos lugares respiré paz y serenidad; me anticiparon la Navidad. Entendí que la Navidad es la fiesta de la familia, es la fiesta de la paz, de la serenidad, de la verdadera alegría que brota del corazón; la Navidad es una fiesta interior más que exterior. Y así lo voy viviendo en estos días.
Comparto con uds. el mensaje de este mes desde Medjugorje de la vidente Marija.
Ultimo Mensaje, 25 de diciembre de 2012
La Virgen vino con el Niño Jesús en brazos y no dio ningún mensaje, pero el Niño Jesús comenzó a hablar y dijo:
“Yo soy vuestra paz, vivan mis mandamientos. ”
Con la señal de la Cruz, la Virgen y el Niño Jesús, juntos, nos bendijeron.
Ahora, los dejo con la Palabra.
Epístola I de San Juan 1,1-4.
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos.
Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa.
Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12.
¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son la base de su trono.
Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Nace la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor
y alaben su santo Nombre.
Evangelio según San Juan 20,2-8.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Los saludo con el aprecio de siempre, deseándoles lo mejor. Que Dios nos bendiga junto a nuestros seres queridos. Que el Nuevo Año sea muy bueno para todos. Un abrazo grande y hasta la próxima.
Titino
P.D. El año transcurrido ha sido bueno (en lo personal), a la vez que agotador. Me tomaré un receso hasta mediados de febrero (si Dios así lo dispone); así es que hasta entonces los voy a hacer descansar de lo que les escribo cada jueves. Un abrazo.
