Un Recuerdo Muy Especial!!!

Un recuerdo Muy Especial !!!

2008 - 13 de octubre - 2016


Recordemos en este Sitio muy especialmente a nuestros hermanos que ya partieron para la "Casa del Padre".

Siempre recordaremos sus sonrisas, el buen humor, "las pescas", "los asados", el amor a Dios y el compromiso constante con el hermano necesitado.

Estamos seguros que desde el Cielo ellos interceden ante Dios por cada uno de nosotros, que caminamos esperanzados en encontranos nuevamente para compartir tantos momentos inolvidables.


... German Merlino, Eldo Yoris y Silvio Bejarano ...

Hasta siempre Hermanos!!!!!


jueves, 2 de abril de 2015

Francisco: "El Triduo Pascual es el culmen de la vida cristiana"

Miercoles 1 Abr 2015 | 10:13 am
Ciudad del Vaticano (AICA): El significado del Triduo Santo fue el tema central de la catequesis del papa Francisco en la audiencia general de hoy, en la víspera de los días que recuerdan “la pasión, muerte y resurrección de Cristo, la culminación de todo el año litúrgico, la cumbre de nuestra vida cristiana”. “En estos días del Triduo Sacro -pidió Francisco -no nos limitemos a conmemorar la pasión del Señor: entremos en el misterio, hagamos nuestros sus sentimientos, sus pensamientos, como nos invita a hacer el apóstol Pablo: “Sintiendo lo mismo que Jesús”.
El papa Francisco dedicó la catequesis de la audiencia general de los miércoles al Triduo Pascual, culmen de todo el año litúrgico, “y de nuestra vida de cristianos” que se abre mañana, Jueves Santo, con la celebración de la Ultima Cena, en la que Jesús ofreció con el Pan y el Vino, su Cuerpo y su Sangre al Padre y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración suya. 

“El Evangelio de esta ceremonia, recordando el lavatorio de los pies -dijo el Santo Padre a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro- tiene el mismo significado de la Eucaristía con una perspectiva diferente. Jesús -como un siervo- lava los pies a Simón Pedro y a los otros once discípulos. Con este gesto profético expresa el sentido de su vida y su pasión, como servicio a Dios y a los demás. 

En la liturgia del Viernes Santo meditamos el misterio de la muerte de Cristo y recordamos sus palabras en la Cruz: “Todo está cumplido”, que significan “que la obra de salvación se ha cumplido, que todas las Escrituras encuentran su cumplimiento en el amor de Cristo, el Cordero inmolado. Jesús, con su sacrificio, transformó la iniquidad más grande en el más grande amor”. 

El Pontífice recordó en este contexto a los hombres y mujeres que a lo largo de los siglos han dado testimonio con su existencia de “un destello de ese amor perfecto, pleno e incontaminado”. 

El Sábado Santo “la Iglesia contempla el “descanso” de Cristo en la tumba después de la batalla victoriosa de la cruz y una vez más se identifica con María: toda su fe se recoge en ella, la primera y perfecta discípula, la primera y perfecta creyente. En la oscuridad que envuelve a la creación, María se queda sola para mantener la llama de la fe, la esperanza contra toda esperanza en la Resurrección de Jesús”. 

En la gran Vigilia de Pascua, “celebramos a Cristo resucitado centro y fin del cosmos y de la historia; velamos, llenos de esperanza, esperando su regreso, cuando la Pascua se manifestará plenamente. En esta noche santa, la Iglesia nos entrega la luz del Resucitado, para que no tengamos el pesar de aquellos que dicen “ya no”, sino la esperanza de los que están abiertos a un presente lleno de futuro: Cristo venció a la muerte, y nosotros con Él. ¡Nuestra vida no termina ante la piedra de un sepulcro!”. 

“En estos días del Triduo Sacro -terminó Francisco -no nos limitemos a conmemorar la pasión del Señor: entremos en el misterio, hagamos nuestros sus sentimientos, sus pensamientos, como nos invita a hacer el apóstol Pablo: “Sintiendo lo mismo que Jesús”. Entonces la nuestra será una “Feliz Pascua”. 

Texto de la catequesis del Papa 
Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

Mañana es Jueves Santo. Por la tarde, con la Santa Misa “en la Cena del Señor” comenzará el Triduo Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, culmen de todo el año litúrgico., también el culmen de nuestra vida cristiana.

El Triduo se abre con la conmemoración la Última Cena. Jesús, la vigilia de su pasión, ofreció al Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies del pan y del vino y, donándoles una nutrición a los apóstoles, les mandó perpetuar la ofrenda de su memoria. El Evangelio de esta celebración, recordando el lavatorio de pies, expresa el mismo significado de la Eucaristía bajo otra perspectiva. Jesús --como siervo-- lava los pies de Simón Pedro y de los otros once discípulos. Con este gesto profético, Él expresa el sentido de su vida y de su pasión, como servicio a Dios y a los hermanos: “El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir”.

Esto ha sucedido también en nuestro Bautismo, cuando la gracia de Dios nos ha lavado del pecado y nos hemos revestido de Cristo. Esto sucede cada vez que hacemos el memorial del Señor en la Eucaristía: hacemos comunión con Cristo Siervo para obedecer a su mandamiento, el de amarnos como Él nos ha amado. Si nos acercamos a la santa Comunión sin estar dispuestos sinceramente a lavarnos los pies los unos a los otros, no reconocemos el Cuerpo del Señor. El servicio de Jesús donándose a sí mismo totalmente.

Después, pasado mañana, en la liturgia del Viernes Santo meditamos el misterio de la muerte de Cristo y adoramos la Cruz. En los últimos instantes de su vida, antes de entregar el espíritu al Padre, Jesús dijo: ‘¡Está cumplido!’ ¿Qué significa esta palabra, que Jesús diga ‘está cumplido’? Significa que la obra de la salvación está cumplida, que todas las Escrituras encuentran su pleno cumplimiento en el amor de Cristo, Cordero inmolado. Jesús, con su sacrificio, ha transformado la más grande iniquidad en el amor más grande.

A lo largo de los siglos hay hombres y mujeres que con el testimonio de su existencia reflejan un rayo de esta amor perfecto, pleno, sin contaminar. Me gusta recordar a un heroico testigo de nuestros días, Don Andrea Santoro, sacerdote de la diócesis de Roma y misionero en Turquía. Días antes de ser asesinado en Trebisonda, escribía: “Estoy aquí para vivir en medio de esta gente y permitir a Jesús que lo haga prestándole mi carne. Es posible salvarse solo ofreciendo la propia carne. El mal del mundo es llevado y el dolor es compartido, absorbiendolo en la propia carne hasta el final, como hizo Jesús”. Este ejemplo, el de un hombre de nuestro tiempo, y el de muchos otros, nos sostengan en el ofrecer nuestra vida como don del amor a los hermanos, a imitación de Jesús.

Y también hoy hay muchos hombres y mujeres, verdaderos mártires que ofrecen su vida con Jesús al confesar la fe, solo por ese motivo, es un servicio, servicio del testimonio cristiano hasta la sangre. El servicio que ha hecho Cristo nos ha redimido hasta el final, y este es el significado de esa palabra. Está cumplido. Que bello será que todos nosotros, al final de nuestra vida, con nuestros errores, pecados, también con nuestras buenas obras, nuestro amor al prójimo, podamos decir al Padre como Jesús: ‘Está cumplido’. Claro, no con la perfección que lo dijo Él. Pero decir ‘Señor, he hecho todo lo que he podido hacer, está cumplido’.

Adorando la Cruz, mirando a Jesús, pensamos en el amor, el servicio, en nuestra vida, en los mártires cristianos y también nos hará bien pensar sobre el final de nuestra vida. Ninguno sabe cuándo sucederá esto. Pero podemos pedir la gracia de poder decir: ‘Padre he hecho lo que he podido. Está cumplido’.

El Sábado Santo es el día en el que la Iglesia contempla el “descanso” de Cristo en la tumba después de la victoriosa lucha de la cruz. En el Sábado Santo la Iglesia, una vez más, se identifica con María: toda su fe es recogida en Ella, la primera y perfecta creyentes. En la oscuridad que envuelve la creación, Ella permanece sola teniendo encendida la llama de la fe, esperando contra cualquier esperanza en la Resurrección de Jesús.

En la gran Vigilia Pascual, en la que resuena nuevamente el Aleluya, celebramos a Cristo resucitado centro y final del cosmo y de la historia; estamos despiertos llenos de esperanza esperando su regreso, cuando la Pascua tendrá su plena manifestación.

A veces la oscuridad de la noche parece penetrar en el alma; a veces pensamos: “ya no hay nada que hacer”, y el corazón no encuentra la fuerza para amar.

Pero precisamente en esa oscuridad Cristo enciende el fuego del amor de Dios: un resplandor rompe la oscuridad y anuncia un nuevo inicio. Algo comienza. En la oscuridad más profunda. Sabemos que la noche es más noche, y es más oscura poco antes de que empiece el día. Pero precisamente en esa oscuridad es Cristo quien vence y quien enciende el fuego del amor. La piedra del dolor se ha volcado dejando espacio a la esperanza. ¡Este es el gran misterio de la Pascua! En esta noche santa la Iglesia nos entrega la luz del Resucitado, para que en nosotros no haya el arrepentimiento de quien dice “vaya...”, sino la esperanza de quien se abre a un presente lleno de futuro: Cristo ha vencido y nosotros con Él. Nuestra vida no termina delante de la piedra de un sepulcro. Nuestra vida va más allá, con la esperanza de Cristo que ha resucitado, precisamente en ese sepulcro. Como cristianos somos llamados a ser centinelas de la mañana, que saben ver los signos del Resucitado, como han hecho las mujeres y los discípulos que acudieron al sepulcro al alba del primer día de la semana.

Queridos hermanos y hermanas, en estos días del Triduo Santo no nos limitemos a conmemorar la pasión del Señor, sino entremos en el misterio, hagamos nuestros sus sentimientos, sus actitudes, como nos invita a hacer el apóstol Pablo: “Tened en vosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús”. Entonces la nuestra será una “buena Pascua”.

A diez años de la muerte de Juan Pablo II



(de Clarin)
Juan Pablo II fue proclamado santo en tiempo récord para la tradición, hace un año, en una ceremonia bautizada como de "los 4 Papas": presidida por Francisco, contó con la presencia del pontífice emérito, Benedicto XVI, y en ella también fue canonizado Juan XXIII.
Reproducimos aquí la nota publicada el 26 de abril del año pasado, en ocasión de esa ceremonia, y que resume el legado y la impronta que el pontífice polaco dejó en los hechos más relevantes de las últimas décadas del siglo XX
Juan Pablo II, el más universal de los Papas
Karol Wojtyla murió el 2 de abril de 2005. Seis días después, el 8, el Vaticano fue escenario del entierro más convocante de un Sumo Pontífice. Un millón de fieles llegaron a Roma y en la Plaza San Pedro lo vitorearon y pidieron su beatificación.
Del secretario general de las Naciones Unidas -Kofi Annan en ese entonces- al de la Liga Árabe -Amr Mussa-, de las autoridades de la Unión Europea (José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión, y el premier luxemburgués, Jean Claude Juncker, presidente de turno de la UE), al primer mandatario de los Estados Unidos, George W.Bush, que viajó a Roma acompañado por dos de sus antecesores en el cargo: su padre, el republicano George Bush, y el demócrata Bill Clinton; del socialista presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, al centroderechista presidente de Francia, Jacques Chirac; del presidente de China, Chen Shui-bian, al de Brasil, Lula Da Silva; del primer ministro británico, Tony Blair, al presidente del Parlamento de Cuba, Ricardo Alarcón; del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Ahmed Qurei, al ex presidente polaco y fundador del movimiento Solidaridad, Lech Walesa; del jefe espiritual de la Iglesia ortodoxa, Bartolomeo I, patriarca de Constantinopla, al de la Iglesia anglicana, el arzobispo de Canterbury Rowan Williams, además del arzobispo Christodoulos, arzobispo de la iglesia ortodoxa de Grecia y Mesrob II, patriarca armenio ortodoxo: una asistencia que reflejó la extensión del respeto y la simpatía que la figura y el largo pontificado de Juan Pablo II habían despertado en el mundo.
Un público que también incluyó a los Reyes de España, Bélgica, Noruega, Suecia y Jordania, al príncipe Carlos de Inglaterra, al presidente y al premier de Alemania, Horst Köhler y Gerhard Schröder, respectivamente, además de los primeros mandatarios de Portugal, México, Polonia, República Checa, Austria, Irlanda, Bulgaria, Chipre, Croacia, Eslovaquia, Macedonia, Eslovenia, Bolivia, Irán, Costa Rica, Estonia, Honduras, Siria, Filipinas, Grecia, Hungría, Letonia, El Salvador, Rumania, Serbia y Montenegro, Suiza, Ucrania, Nicaragua, Lituania, Mozambique, Congo, Ghana, Guinea Ecuatorial, Líbano y Albania. Y a los primeros ministros de Canadá, Rusia, Holanda, Sri Lanka, Armenia, Dinamarca, Finlandia, además de una delegación de la presidencia tripartita de Bosnia (serbia, musulmana y croata).
Néstor Kirchner delegó en su vicepresidente, Daniel Scioli, la asistencia al funeral, pero la Argentina estuvo también representada por dos ex mandatarios, Carlos Menem y Eduardo Duhalde.
Aquella amplitud de latitudes y de tendencias políticas e ideológicas constituyó el mejor reflejo del protagonismo de un Papa con vocación universal y voluntad de abarcar y contener todas las contradicciones humanas.
Para unos, fue "subversivo", para otros "reaccionario", diablo modernista o conservador anticonciliar, innovador en ciertos momentos, tradicionalista en otros.
El mismo Juan Pablo II que con su viaje a la Polonia comunista y la exhortación a sus compatriotas a luchar ("No tengan miedo") fue un acelerador de la Historia aportando a la caída del sistema soviético y la liberación de su tierra natal de ese régimen de opresión, volvió luego su mirada crítica a los excesos del capitalismo y al escándalo de la pobreza en el mundo occidental y cristiano. Y hasta se atrevió a reivindicar las "semillas de verdad" que a su juicio estaban presentes en el socialismo.
Su mensaje fue que el capitalismo salvaje no sería mejor que el marxismo. "El comunismo -dijo- ha demostrado que era una medicina más peligros que la propia enfermedad". Pero hay una enfermedad. "Una globalización económica (que) si se rige por las meras leyes del mercado aplicadas según las conveniencias de los poderosos lleva a consecuencias negativas", como el desempleo, la destrucción del ambiente, el agrandamiento de la brecha de ingresos. "No es posible que los países ricos traten de mantener su estándar de vida explotando gran parte de las reservas de energía y materias primas (que deben) servir a toda la Humanidad", dijo.
El mismo Papa que batió todos los récords en materia de beatificación y reveló al mundo el tercer secreto de Fátima fue el autor de la encíclica Fides et ratio (año 2000) en la cual afirmó que la fe necesita de la razón para no verse reducida al mito o a la superstición: "No puede haber competencia alguna entre la razón y la fe, escribió. La Iglesia reconoce los esfuerzos de la razón para alcanzar objetivos que hacen la existencia personal más digna". En el mismo documento atacó a quienes "han sustituido con la duda sistemática cualquier posibilidad de certezas", reafirmando así la existencia de la verdad absoluta, para él la Verdad religiosa. "Doy los pasos que doy, no como los da el mundo, sino como yo los doy".
El mismo Papa cuya prédica fue clave en el derrumbe del sistema soviético, le tendió la mano a la Cuba castrista, recibiendo a Fidel Castro en El Vaticano y visitando la isla en 1998.
El mismo Karol Wojtyla que visitó Israel y llamó "hermanos mayores" a los judíos y "fruto de la elección divina" a ese pueblo, reconoció el derecho de los palestinos a un Estado y reclamó un estatuto internacional para Jerusalén, la ciudad santa de tres religiones.
El mismo que era recibido masivamente por los jóvenes en sus viajes, no hizo ninguna concesión en materia de anticoncepción, aborto o divorcio. Una ortodoxia en el núcleo del dogma que sin embargo iba acompañada de una gran flexibilidad en las formas de transmitir su mensaje.
El objetivo estratégico de su activismo -Karol Wojtyla besó el suelo de más de 130 países en un centenar de viajes realizados durante su pontificado de 26 años- era volver a poner a Dios como motor de la Historia y legarle al milenio una Iglesia a la cual nada de lo humano le fuese ajeno.
Hubo momentos en que su prédica espiritual encontró eco en los acontecimientos políticos y otra en la cual pareció predicar en el desierto como cuando en 2003 advirtió que "quien decide que se han agotado todos los medios pacíficos que el derecho internacional pone a su disposición, asume una grave responsabilidad ante Dios, ante su conciencia y ante la Historia".
Fue en ese año cuando el comité que otorga el premio Nobel de la Paz dejó pasar una oportunidad de limpiar su imagen e incurrió en otra de las incongruencias que explican el desprestigio de un galardón que el mundo unánimemente le concedía in péctore al Papa.
"Decisiones con consecuencias mundiales son tomadas sólo por un pequeño grupo restringido de naciones", se lamentaba el Papa. Y éste mensaje suyo en favor de un mayormultilateralismo es la parte más significativa de su legado para los tiempos presentes, cuando el mundo enfrenta convulsiones económicas, políticas y hasta naturales, cuyas consecuencias, en un escenario globalizado, no reconocen fronteras. La comunidad internacional se ve ante la necesidad de imaginar nuevos caminos e instancias para una solución más participativa de los mismos. "El derecho internacional, el diálogo leal, la solidaridad entre los Estados, el ejercicio noble de la diplomacia, son medios dignos del hombre y de las Naciones para resolver sus actos contenciosos", había dicho Juan Pablo II en 2003. Palabras más actuales que nunca.


(De AICA)


Francisco recordó a Juan Pablo II a diez años de su muerte

El papa Francisco recordó hoy que mañana es el décimo aniversario de la muerte de San Juan Pablo II. “Lo recordamos -dijocomo gran testigo de Cristo sufriente, muerto y resucitado y le pedimos que interceda por nosotros, por la familia, por la Iglesia, para que la luz de la resurrección alumbre todas las sombras de nuestra vida y nos llene de alegría y de paz”. 

Diez años de la muerte de san Juan Pablo II 
La muerte de san Juan Pablo II, ocurrida el 2 de abril de 2005 fue un momento histórico vivido intensamente, no sólo por los católicos sino por el mundo entero. 

El cardenal argentino Leonardo Sandri, entonces sustituto de la Secretaría de Estado fue el encargado de dar el anuncio: "Queridos hermanos y hermanas, a las 21.37 nuestro querido Santo Padre Juan Pablo II regresó a la casa del Padre. Oramos por él". 

Un extraño silencio, muchas lágrimas, en lugar de aplausos para saludar al Papa polaco por última vez. Muchos jóvenes que pasan el mensaje y se congregan en las calles adyacentes del Vaticano para rezar juntos. Se llegará a un millón en los próximos días para dar un último adiós al ataúd del “papa de los jóvenes”, “el papa de las familias”, el “papa de los trabajadores”. 

Hace diez años, Roma fue invadida por una peregrinación espontánea que clamaba “santo súbito”. Incluso diez horas o más en una fila para tener unos segundos de oración en la basílica. Y luego el funeral con todos los jefes de estado más importantes del tiempo. De los Estados Unidos tres presidentes de la República: la de George Bush, padre e hijo (este último el jefe de Estado de ese tiempo), y Bill Clinton. Se vio al presidente iraní Khatami besando a Abdhallah rey de Jordania, al rey Juan Carlos saludar al primer ministro Silvio Berlusconi. A Lula procedente de Brasil, a Karzai de Afganistán, por nombrar algunos. 

Pero la gente lo quiere santo y la beatificación llega en un tiempo récord: 1 de mayo de 2011, cuando fue beatificado por su sucesor Benedicto XVI. Desde hacía un milenio que en la historia de la Iglesia no se veía aun Papa proclamar beato a su predecesor inmediato. 

El resto es historia reciente: 27 de abril 2014 fue proclamado santo por Francisco con Juan XXIII, en una ceremonia donde también estuvo presente el papa emérito Benedicto XVI y que pasará a la historia como la canonización de los "cuatro papas". 

El arzobispo de Cracovia, Polonia, historiador y secretario de Juan Pablo II, cardenal Stanislaw Dziwisz -treinta y nueve años cerca de Karol Wojtyla primero en Polonia y más tarde en Roma-, en esa ocasión, dijo: "Viví con un santo, siempre tuve esa impresión precisa". 

Ahora el cardenal Dziwisz celebrará en Cracovia, en el gran santuario de Juan Pablo II, de reciente construcción, la Jornada Mundial de la Juventud 2016.+