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Feliz día de Comunidad, Nazareno!
La liturgia de la Palabra de hoy nos propone unirnos en oración con este bello salmo.
“Desde el abismo clamo a ti, Señor,
escucha mi clamor,
que tus oídos pongan atención
a mi voz suplicante.
Más el perdón se encuentra junto a ti:
por eso te veneran (Señor).
… mi alma espera y confía en su palabra,
… el Señor tiene misericordia
y hay en él abundante redención.”… ( Salmo, 129)
Les comento brevemente, cómo van nuestras cosas por acá. Pero antes, les agradezco de corazón todo el cariño que nos brindaron en el último encuentro de Nazareth. GRACIAS MUCHACHOS!
El lunes 12, en nuestro viaje de vuelta a Bs. As. Paramos con Horacio en el lugar del accidente, y recorrimos paso a paso, aquellos pocos metros de desgracia; y caminamos y contemplamos en silencio. Hicimos oración en nuestro interior.
El martes 13 fuimos con P. Daniel y Horacio al cementerio, al responso de Silvio, Germán y Eldo, había alrededor de 60 personas, que colmaron de flores las tumbas de nuestros amigos. Hemos rezado, hemos llorado. Pero también hemos recibido consuelo. El responso fue a las 10,00 hs. Durante la tarde hubo un desfile incesante de alumnos de nuestro instituto, que a medida que terminaban sus turnos escolares, fueron llegando a rendirles homenaje. No sabemos la cantidad exacta, sí sabemos que fueron muchos.
A la tarde P. Daniel y Víctor Hugo fueron a Gral Rodríguez, a acompañar y celebrar la Misa con la familia de Germán. Martín Benitez y la comunidad de la Pquia. Laura Vicuña, acompañaron a la familia de Silvio. Juan Manuel, Oscar y yo, en la Cap. Del Valle, acompañamos a la familia de Eldo; celebró la Eucaristía P. Mario.
Estando en la Sta. Misa, nos enteramos, que en la mañana de este 13 de octubre, había fallecido la mamá de Alberto Arce (“el hormiga”). Después, en el velatorio nos encontramos con Oscar, Daniel Iturbide, Víctor Hugo, P. Daniel y P. Mario. Juan Manuel fue más tarde. Acompañamos a nuestro hermano “hormiga”.
Este ha sido el itinerario de estos días que comparto con Uds.
Daría la impresión, que el manto de la oscuridad aún nos cubre. Pero, en estas circunstancias adversas, puedo observar que el dolor y la desgracia, nos une con mayor intensidad, nos hermana. En las pérdidas, hoy me decía el Hno. Carlos Sampaio, que don Calabria tenía un pensamiento especial: “recordemos que, cuando perdemos un hermano en la tierra, ganamos un intercesor en el cielo” . Esta es nuestra esperanza y alegría.
Un abrazo.
TITINO
