Un Recuerdo Muy Especial!!!

Un recuerdo Muy Especial !!!

2008 - 13 de octubre - 2016


Recordemos en este Sitio muy especialmente a nuestros hermanos que ya partieron para la "Casa del Padre".

Siempre recordaremos sus sonrisas, el buen humor, "las pescas", "los asados", el amor a Dios y el compromiso constante con el hermano necesitado.

Estamos seguros que desde el Cielo ellos interceden ante Dios por cada uno de nosotros, que caminamos esperanzados en encontranos nuevamente para compartir tantos momentos inolvidables.


... German Merlino, Eldo Yoris y Silvio Bejarano ...

Hasta siempre Hermanos!!!!!


jueves, 15 de diciembre de 2011

Jueves ... Día de Comunidad!!!


Hola familia, feliz día de comunidad!

Ayer, sin querer, encontré este bello cuento que les trascribo de una página de Medjugorje. Y como la primera lectura habla de esposas, esposos, vida matrimonial, etc. Se los envío. Un versículo muy sugestivo de la primera lectura (de Isaías) dice así: "¿Acaso se puede despreciar a la esposa de la juventud?. dice el Señor”… Es una pregunta que nos toca muy de cerca.



¡El rey que se había equivocado!

Había una vez un Rey que tenía cuatro esposas. Amaba a su cuarta esposa más que a todas las demás. Le hacía lindos regalos y la rodeaba de muchos cuidados. Le prodigaba siempre lo mejor. También amaba a su tercera esposa y se la presentaba con orgullo a los Reyes vecinos, pero temía que ella partiera un día con otro Rey. Amaba igualmente a su segunda esposa. Era su confidente y cada vez que tenía un problema, lo hablaban juntos. Su primera esposa era su compañera más fiel; y con ella había construido su reino.

Un día el Rey enfermó de gravedad. A punto de morir, se puso a reflexionar: “Tengo cuatro esposas, pero cuando muera, estaré solo”.

Llamó por lo tanto a su cuarta esposa y le dijo:

- Te he amado más que a las demás. Te he dado lo mejor que tuve. Ahora que voy a morir, ¿quisieras venir conmigo y ser mi compañera para siempre?

- ¡Estás loco!
, le respondió ella, antes de alejarse sin agregar palabra. Su respuesta penetró dolorosamente en el corazón del Rey, como un cuchillo.


El Rey le dijo entonces a su tercera esposa:

- Te amé durante toda mi vida. Ahora que voy a morir, ¿estás dispuesta a seguirme?

- No, le respondió ella. La vida es demasiado bella. Cuando hayas muerto, me volveré a casar. Esta respuesta sorprendió al Rey que quedó muy entristecido.

Le dijo a su segunda esposa:

- Siempre he acudido a ti en los momentos difíciles y tú me has ayudado. Ahora que voy a morir, ¿quieres seguirme?


Ella le respondió:

- Lamento no poder seguirte, pero te prometo que te haré un hermoso funeral.



El Rey se encontraba desamparado. Durante toda su vida se había equivocado sobre los sentimientos de sus esposas. Escuchó entonces una voz que le decía: “Yo iré contigo. Te seguiré por donde vayas”.

La que estaba hablando era su primera esposa. El Rey la miró y se avergonzó: estaba flaca, enferma y resignada. Entonces le dijo: “Es a ti a quien debería haber amado más que a las demás cuando podía hacerlo”.



En realidad cada uno de nosotros tiene cuatro esposas:

Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. Sea cual fuere el cuidado que le demos, nos dejará el día en que muramos.

Nuestra tercera esposa es nuestra riqueza y nuestra situación social. Cuando estemos muertos, no nos llevaremos nada.

Nuestra segunda esposa son nuestros amigos y nuestra familia. Son un gran apoyo para nosotros, pero el día de nuestra muerte todo lo que puedan hacer por nosotros será organizar nuestro entierro.

Nuestra primera esposa es nuestra alma que olvidamos frecuentemente y que tratamos tan mal. Sin embargo ella nos acompañará a todo lugar. Tómate tiempo para cuidarla y atenderla para que sea bella y santa.


¡Hazla brillar ahora! ¡Después, será demasiado tarde!


(Autor anónimo)



Perdonen este prólogo tan extenso, pero valía la pena no?

Vayamos pues a su Palabra bendita, para alimentar nuestra alma, recordando que “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Al final de la primera lectura, el Señor nos recuerda y subraya que:
“Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se apartará de ti…”



Libro de Isaías 54,1-10.

¡Grita de alegría, estéril, tú que no has dado a luz; prorrumpe en gritos de alegría, aclama, tú que no has conocido los dolores del parto! Porque los hijos de la mujer desamparada, son más numerosos que los de la desposada, dice el Señor.

¡Ensancha el espacio de tu carpa, despliega tus lonas sin mezquinar, alarga tus cuerdas, afirma tus estacas! Porque te expandirás a derecha y a izquierda, tu descendencia poseerá naciones enteras y poblará ciudades desoladas.

No temas, porque no te avergonzarás: no te sonrojes, porque no serás confundida: olvidarás la ignominia de tu adolescencia y no te acordarás del oprobio de tu viudez.

Porque tu esposo es aquel que te hizo: su nombre es Señor de los ejércitos; tu redentor es el Santo de Israel: él se llama "Dios de toda la tierra".
Sí, como a una esposa abandonada y afligida te ha llamado el Señor: "¿Acaso se puede despreciar a la esposa de la juventud?". dice el Señor.
Por un breve instante te dejé abandonada, pero con gran ternura te uniré conmigo; en un arrebato de indignación, te oculté mi rostro por un instante, pero me compadecí de ti con amor eterno, dice tu redentor, el Señor.
Me sucederá como en los días de Noé, cuando juré que las aguas de Noé ni inundarían de nuevo la tierra: así he jurado no irritarme más contra ti ni amenazarte nunca más.

Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se apartará de ti, mi alianza de paz no vacilará, dice el Señor, que se compadeció de ti.


Salmo 30(29),2.4.5-6.11-12a.13b.

Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.

Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.

Canten al Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría.

Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor".

Tú convertiste mi lamento en júbilo, me quitaste el luto y me vestiste de fiesta, para que mi corazón te cante sin cesar. ¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!



Evangelio según San Lucas 7,24-30.

Cuando los enviados de Juan partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?

¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes.

¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta.

El es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.

Les aseguro que no hay ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él.
Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan.

Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el designio de Dios para con ellos.





Les deseo un día esplendoroso en la compañía de Jesús y María. Un abrazo grande, y hasta la próxima. Que Dios nos bendiga a todos.

Titino